La cara de un psicópata se me acerca. Estoy atado a una mesa metática, de esas que tienen en la morgue Judicial de Capital Federal, a donde fui a reconocer el cadaver de mi tía Celia. Se acerca tanto que le siento un aliento ácido, como a manzana verde o a ensalada waldorf. Mis muñecas están hacia arriba, muy aferradas a la cama. contra mis muslos. En una mano tiene una hojilla de afeitar. Recordé una imágen de mi abuelo y su cara vieja, su piel de lija blanca. Esa imágen de la antesala de la muerte parada a mi lado: la decadencia. Desenroscaba la tapa porta hojillas de su màquina de afeitar. La misma con la que me afeito. Una de esas herencias de la que no podemos desprendernos. El placer del preparativo de la afeitada, con brocha y crema. El psicópata acercó la hojilla a una de mis muñecas.
- Al fin llegó, estarás pensando, relamiéndote, me dice dándo una carcajada maníaca. No respondí. No sabía qué... Prosiguió.
- Qué, no vas a decir nada? Ni siquiera un "gracias"?
- Quiero irme de acá, le respondí. Sudaba. Estaba empapado en terror.
Me gritó con energía brutal y un mechón se le vino a la cara y con la mirada de un solo ojo, pesado de odio, me respondió "No me hagas perder el tiempo, hijo"
- Tiempo es lo que te sobra! Rajá de acá!.
Asintió a mi comentario. Se alejó y volvió recardado de una furia controlada. La peor faceta de la furia. "Me llamás a cada cinco minutos y ahora que me tenés a tu servicio, escucho un "rajá de acá"? Sabés cuantos me reclaman en este momento?". Hizo el ademán, llevándose la mano a su oído, de estár escuchando a alguien, a muchos. "Cientos de miles y cuando te doy la oportunidad dorada, me pedís que me vaja?" Soltó una carjada corta. Como la tos seca de una persona vieja.
- Quien sos?
- Quien sos? Me imitó burlonamente. Con su mano desocupada, se descorrió el pelo de la cara y puso su mano en el mentón y con toda calma respondió "Sos pelotudo o te hacés? y luego de su boca empezaron a salir frases mías, las cuales recitaba con el mismo tono de burla. "Cómo puedo matarme?", "Y si me empastillo y abro el gas?". "Y si me pego un tiro?, pero en donde? que cagazo apretar el gatillo y sentir por un instante como todo se va, mientras por primera y única vez siento un ardor en la sien". "me tiro ahora, me tiro ahora delante de todo el andén, no doy más". Nos quedamos en silencio. De pronto se incorporó, tomando firmemente la iniciativa. Levantó la mano en la que tenía la hoja de afeitar, miró una de mis muñecas, se relamió asquerosamente y me tajeó....
Salto del banco de la plaza. Abro los ojos, una cara a cinco centímetros de la mía me está mirando y la miro, me quedo duro. No entiendo nada. Luego caigo en que todo fue un sueño. Esos cinco segundos en los que el tiempo tiene el mágico poder de meterte en al vigilia y el sueño al mismo tiempo. Ese despertar que bien podría ser el sueño eterno. Pero despeterté. Reconozco la cara. Ama.
Trato de zafarme de ella pero me tiene agarrado de las muñecas.
- Ama... Digo con un hilo de voz. Ella sonríe. Está bronceada, el pelo más largo, y negro que antes.
- Leí tu libro. Me responde como si nada. Cuando yo espero que me diga si abortó, si tuvo al bebé, si es mío. Si era, si hubiera sido. Pero toda ella me desconcierta.
- Lo tuviste?
Ella señala un cochecito a un par de metros. Luca sentado al lado, jadeando, con la lengua afuera, feliz de haber vuelto a ver a Ama.
Lo tuviste.
- Se llama Kiara.
Con los ojos cargados le pregunté al oído si era mía. Me abrazo, sentí su sollozo por primera vez. Por primera vez la mujer más misteriosa de la tierra lloraba.
Gustavo Bonino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario