Hoy es uno de esos días en los que tranquilamente me suicidaría. En realidad estoy tan aferrado a la vida como a la muerte. Me maravilla vivir y ver a Mati crecer (aun que estemos tan lejos ahora), a Luca mirarme sabiendo que, en su condición de perro, me entiende. Gina y olor de su piel, siempre tan pura y tan vil. Ángel y demonio. Sus cartas fuertes. Ama, Amalia Cedilla y la complejidad de su cerebro, lo que odio de ella, es lo que más amo.
Pero sí, a pesar de ellos, de mis amigos, de Al, a pesar de todo me suicidaría tranquilamente. Y lo estoy pensando papel y lápiz en mano. Haciendo la lista de la forma más agradable de morir. Porque quiero disfrutar, quiero irme como por un túnel “ALL THAT JAZZ DIXIT”.
Tengo tanto por qué vivir, pero unas ganas de matarme se apoderan de mí. No sé por qué. No sé por qué. No sé por qué, repito llorando porque la cerveza ya me pegó y potencia mi tristeza.
Listado de motivos.
Soy infeliz, mi forma de ganarme la vida dista de lo que realmente quiero, pero lo que es peor, dista de lo que realmente soy.
Quiero estar en pareja, pero quiero estar solo. Y no me banco ninguna de las dos cosas.
No tengo a donde ir. No soy de NY ni soy de Buenos Aires.
Estoy completamente deprimido.
Mis obras, las que moran en mi mente, jamás saldrán a la luz, aunque yo – mentirosamente – me diga que sí.
Etc
Etc
Etc
Es el final
Quiero llamar a Al, pero él está peor que yo. Quiero despertar a Ama que duerme abrazada a Kiara, quiero llamar a Gina y abrazarla. Y –debo admitir- la vida sorprende. Suena el teléfono. Es Gina.
- Hola, dijo suavemente.
- Hola dije y ella notó mi estado.
- Te espero en la esquina de tu casa en diez minutos.
- Sí, respondí y corté.
Bajé. Era Gina. Puntual. Imposible que falle. A diez metros sentí como el imán hecho de tiempo nos atraía.
Nos matamos en un abrazo. El olor de su piel me pone mal. Me hace llorar de ternura. Otra vez zafaba de la muerte. Mirarla era entender todo, era ir directo a cualquier colchón a escondernos de la torpeza de este mundo espantoso.
Ambos sabíamos que teníamos la fórmula química para salvarnos.
Gustavo Bonino
2 comentarios:
Si tu destino es morir, cual es el fracaso?
En este caso, el fracaso es no haber vivido intensamente antes de mi destino, que es morir. Pero es un destino último, antes queda vida, librada al azar, claro. Una situación que maneja solo el tiempo, que desconozco.
Gracias por tu comentario
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