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martes, 29 de abril de 2008

POESIA . LIANAS


Lianas…

De uno a diez, te quiero mil.
De mil mujeres, te señalo a vos.
De señalarte, descubro tus ojos.
De tus ojos, quiero ser sostenido.
De sostenes y abrazos se trata.
De un abrazo te puedo contar todo.
De contar con vos, es que se justifica mi vida...
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Gustavo Bonino

lunes, 21 de abril de 2008

CUENTO - QUIEN...


"your lips move, but I can´t hear what you are saying..."

Roger Waters, Comfortably numbs.



Le suplicó de todas formas que no lo hiciera. Que no era necesario. Qué no sea cobarde... Con un arma cualquiera el guapo.

Él ni siquiera lo miraba. El arma apuntaba a la sien. Directo. Desde esa corta distancia no había posibilidad alguna de fallar.

"Por favor!" volvió a sus ruegos el suplicante, asustado. "Bajá el arma. Te lo puedo explicar. Te pido perdón".

Él transpiraba de locura. Nublado hasta la incomprensión que nos lleva nuevamente a la comprensión más cruel, esa que te hace caer en la in-comprensión y así hasta que la moneda cae en alguna de estas dos caras.

"Bajá el arma, dale. Ella también quiso".

Eso no lo llegó a escuchar. O bien porque la moneda cayó en la cara de la incomprensión.
O, lo más seguro, porque su cuerpo transpirado se desvaneció antes de que le llegaran esas fútiles súplicas...
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Gustavo Bonino

lunes, 7 de abril de 2008

CUENTO - HACER PATITO


Llevaba en la cola más de cuatro horas. La fila heterogénea no avanzaba. Al chico del banquito le costaba menos que a ella. Se levantaba como con un resorte. Toing! y al frente.
2001. El gaban comprado en alguna buena época. Rojo, con despintados botones dorados. Algo exagerado para hacer una cola frente a una casa de cambio, en el sopor de la city en verano.
Las manos dentro (diría la canción), apretando fuerte el rollito de mil dólares.
"Me vine desde Salta para hacer esto" pensó. Pero en Salta no existe ni siquiera esto.
"Arbolito" pensó y se rió. No pudo menos que traer a su memoria al manzano que plantó en la chacrita de su padre, cuando era una niña. "Arbolito" y soltó una carcajada mientras avanzaba unos pasos más.
El bigotón con cara de Falcon 78 se sorprendió de esa risa y se le acercó.
Si tuviera que definir al argentino lo haría así: persona capaz de sacar provecho de cualquier cosa.
El bigotón, oliendo a baño de pensión o a colonia Krandall, se le acercó. Lo de siempre...
De donde sos?
Y, te gusta acá?
Tomamos un café?
Yo conozco un lugarcito...
"Que bien huele" pensó la señora. "Y- si- me- enganchoun- porteño?" Rió de nuevo.
"Dale", le dijo la pobre.
"Me cuida el lugar, joven?" le dijo al pibe de adelante, que antes de responder, miró el sí de Bigotón.
Partieron los dos. Bigotón con la sonrisa armada, ella pícara, con su tímida felicidad y apretando el rollito de los mil dólares que para su mundo hecho de tierra y animales, no eran mil dólares. Su mente honesta jamás podría haberlo pensado en esos términos.
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No volvió a la cola. No sabía como cuidar mil dólares, pero sabía bien las consecuencias.
Se fue de un hotelito de la calle Alem. Sola y con un golpe en la cabeza. Bajó hasta la costanera sur. Medio apurada. Un gabán rojo se ve a kilómetros.
Lloraba la tarada, le pesaría más el desengaño de ese amor fugaz, que la plata.
Las manos dentro de los bolsillos. Buscaba, buscaba. Nada. Los mil dólares estaban en un bolsillo más astuto.
- Me dijo "te quiero", murmuró frente al inmenso río.
Agarró piedras y se puso a hacer patito.

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Gustavo Bonino

viernes, 4 de abril de 2008

AL AIRE: PIEDRA LIBRE AL HIJO DE PUTA






Dormí mal. No supe acomodarme en la almohada. Siempre hay un hijo de puta que nos caga la vida. Ahora, horas después, en medio de esta vertiginosa vigilia, entendí que en realidad no hay hijos de puta.

Uno es el alimento de esa raza.

Uno es el motor que lo impulsa.

Pensé. "Qué pasa si no me engancho?"

Fácil: El hijo de puta puede transformarse, básicamente, en 3 cosas.

En un fantasma idiota.

En un cero a la izquierda.

En un hijo de puta, al que se le cae el velo de santo.



Tener la sarten por el mango y no dar vuelta la tortilla hasta sentir el olor a quemado.

Fui claro con ella. Le dije como son las cosas.

Entonces di vuelta el mapa y no quedó al revés. Quedó bien.

Fue el hijo de puta, fue ese cobarde el que lo dio vuelta mientras yo estaba, estúpidamente, con la sarten en la mano. Creyendo que el fuego no quema a la tortilla.

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Gustavo Bonino