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sábado, 27 de febrero de 2010

NY X - BUTTERFLY´S RAIN.


En NY cuando está por llover, no es como en el campo... No huele a tierra.

No es como en Buenos Aires (extraño Buenos Aires) porque cuando está por llover a las viejas les duele las rodillas y además huele a ropero viejo, a humedad.

En NY cuando está por llover, huele a como a cloro de pileta. A mar y a río mezclados. Se puede ver -literalmente- en el asfalto, el desprendimiento del olor. Se puede rozar con el hombro en cualquier esquina, la sensación, el preludio de la lluvia.


Desde mi depto en el Meatpacking se colaron esos olores. Estaba por llover y yo necesitaba lavar las lágrimas con agua de lluvia. Y me puse el jean negro y las converse hechas mierda y cualquier remera, de esas que uso para dormir. Verano. Corrí. llegué a la esquina de 14 y 8. A la esquina de casa. De casa? (no, no, ese planteo existencial ahora no. No ahora que está a punto de venirse un diluvio).


Truenos sonaron desde algún incomprensible lugar. En mi mente estaba alguna música, me mojò un gotón y me manchó media cara. Luego otro y me dio escalofríos. Luego otro.

En un segundo estaba bajo una ducha que me tiraba contra la vereda.


Abrí los brazos de felicidad. Levanté la cabeza hacia el cielo. Bien alta. Reemplacé las gotas por mariposas de colores. Sonaba un piano lento en mi mente. Creo que era Wise Up, de Ammie Man, sí, eso era.


Y así me quedé, pude llorar con comodidad, camuflando lagrimás con gotas y me sentí libre. Libre de ella. Libre del pasado. Libre de Celia. Del dolor enorme que me causa que Matías esté en algún lado. Libre del recuerdo.


Lloré como nunca, me agaché. Me hice un bollito en medio de esa enorme esquina mundial. La gente -creo- me esquivaba, mientras yo esquivaba tantas otras cosas.

domingo, 21 de febrero de 2010

NY IX (EVERYTHING´´S NOT LOST?)


Godzilla apareció de la nada misma, del fondo de las aguas más profundas. Era Domingo y yo hacía -muy feliz, por cierto- el camino de regreso a Manhattan, sobre el puentre de Brooklyn. El pánico duró, lo que dura la tentación de morder el chupetín. Todo fue tan rápido, el lagarto enorme se nos venía encima.

Miré a mi alredededor buscando el "mal de muchos". Todos pudieron salvarse. Todos corrieron a tiempo, hicieron la tarea. Todos menos yo, que siempre llego tarde y pido el salvavidas cuando ya estoy dentro del agua, tapado hasta la última célula.

El bicho se me vino encima. Me aferré a una fría soga de hierro, una especie de serpiente cómplice, éramos la bestia, mi miedo y yo. Cuando estaba a punto de tragarme, cuando pude ver sus agudos dientes con filosas terminaciones, distinguí en él, la cara de Gina, que volvía a NY en forma de bestia, con toda su venganza sobre mí. Dispuesta a comenrme. cerré los ojos.


Abrí los ojos al tiempo en que me incorporé a noventa grados, más rápido que una butaca de avión vacía. Agitado. Transpirado. Viendo en la pared el cuadro en sepia, de Madonna, que a Gina tanto le gustaba.

-Gina... Solo pude decir eso.


Me levanté. la extrañaba horrores. Sobre todo los domingos por la mañana. Eso de amancer juntos sin más ni más, solo ella y yo. Y el paseo por el Central Park y a veces patinar o devorarnos SIX FEET UNDER una y mil veces, en la cama, comiendo pochoclos salados y con manteca, comprados en Dean and De Luca, ese mismo mercado que la dejó boquiabierta el primer día que llegamos a NY, al ver que había más de 200 variedades de queso (y ni si quiera le gusta el queso) y salmones de todos los mares del mundo. Record mundial en nuestra? colección de fotos. Había en su Laptop una carpeta en MIS IMAGENES llamada especialmente Dean and De Luca Store. (le encantaba usar palabras como "Store").


Un sueño me llevó a un recuerdo y un recuerdo a no querer salir de la cama. Luego de 3 meses, la casa aún olía a ella. EVERITHING IS LOST, OR NOT?


Sonó el portero. Era Al con una buena excusa para sacarme de la cueva. Pero mis ganas de salir pesaban tanto como mis verdades.


-Fuck her, man! gritó Al y se fue. Ni squiera quiso subir. No quería ser deborado por Godzilla.


Gustavo Bonino



sábado, 13 de febrero de 2010

NY VIII - RUPTURA


Hecho un nudo in-forme en el centro de la cama. Inmóvil, me era imposible estirar siquiera el meñique. Sudaba a mares. Una canción sonaba en mi cabeza. Algo que escuché en el metro hace días. Una cítara, percusión, el lamento desgarrador de un cantor. Esa voz me arañaba el alma.

Ella se fue. Yo estaba convencido de que era lo mejor.

- no va más... yo no puedo dejar de ser quien soy. Escribir es un todo.
- Sos un poeta triste, sentenció, bajando la cortina de la verdad más rotunda que alguien me haya dicho en mi vida.
Dos palabras: POETA TRISTE. Dos palabras que se unen, que son lo mismo. Que no se puede ser poeta (en el sentido metafórico del escritor) sin tener una gran cuota de tristeza. No la literal tristeza. Ella disparó contra los sinónimos de la palabra TRISTEZA. Dio en el blanco. En el centro. La aguja de acupuntura que da en el centro del dolor. Te duele, pero es necesaria sentirla. "Poeta triste"

Dos horas atrás, antes de terminar hecho un bollo en la cama, escuché el frenazo del taxi. el timbre, sus sollozos y los míos. Se abrazaban en el aire. Aunque nuestros cuerpos estaban distantes. yo arriba, en nuestro? cuarto. Ella abajo, en la sala.
-Bajo, fue lo único que digo. Como era posible que una palabra de cuatro letras pudiera sacudirme más que un balazo. Luego escuché el portazo bien dedicado al poeta triste.

Luego de 8 o 9 horas, pude moverme. Me preparé un jugo con vodka. Recién ahí, el sueño se apiadó de mí. También el llanto sostenido. En esa catarata se me iba el amor más grande que sentí en toda mi vida. Cada lágrima tenía un sentido.


De pronto, el timbre. Una ambigua sensación. No quería que fuera ella. No por no querer. Sino porque las lágrimas ya estaban derramadas. Parte de ella ya era pasado. Era la vecina, si podía ayudarla a bajar la basura. Vio mi estado antes que el "no" y se fue. No me salió una sola palabra. No era ella. Mierda! pero que suerte.

Ella ya estaría volando por American.

Gustavo Bonino

NY VII


Al es así. Un tipazo. Le costó mucho llegar a NY, más aún lograr quedarse. Le costó mucho esfuerzo, no ganas. Las ganas lo hicieron todo. Y diez mil dólares que le pagó a un abogado especialista en meter residencias para latinos. Alejandro Pecker. Al, en NY.



Pasó por un poporrí de trabajos. Ahora tiene, en la 14 y 8, una cigarrería. Meatpacking, mi barrio. Vende algunas otras pavadas, pero es una cigarrería. Y yo me volví, luego de 6 meses de estadía, un fumador de cigarritos negros y habanos. Siempre me pareció muy cierta esa frase de las mujeres que dicen "soy una fumadora social". Yo creo que algo de eso había en mí.

Con Al no me unía la patria argentina ni los habanos, sino las ganas de hacer sociales con él. Lo estimo.

Soy un lector de Stevenson. Al también. Esta mañana lo sorprendí. Lo invité a Magnolia Bakery a tomar café. Lo tomamos en la plaza de enfrente. Hablar porteño en Nueva York es una de las cosas que me salvan. Hablamos de la biografía de Stevenson. Nos detuvimos en su tuberculosis, en su escapada a Samoa, esa isla perdida en el Pacífico en donde pronto se hizo amigo de los nativos. Ahí se llevó a su novia americana, de San Francisco. Vaya melange: un tipo de Edimburg, que rescató de San Francisco a una mujer y se fue a Samoa.

Al me dio un dato que desconocía. Stevenson, desde Samoa, desde la isla, envió a Londres su producción. Se volvió famoso. Pero se quedó. Murió en Samoa. Lo enterraron en la cima de un cerro que da al mar.

Con Al nos reimos. NY era Samoa, pero ninguno de los dos era Stevenson.

"este va por mi cuenta", dijo y me convidó un cigarrito holandés, tabaco, vainilla y cannabis de la mejor selección. Se los trae uno de esos amigos exóticos que Al tiene.

Estiramos la pereza en el banco de piedra gris, la plaza es hermosa, NY también. A mi me esperaba una tarde de trabajo. Entregar un nuevo post para el SOHO HO HO. El blog de un amigo en el cual trabajo.

Nada mas inspirador que el cigarrito, el café, Al y nuestra Isla de Samoa para encarar la tarde de trabajo.
GUSTAVO BONINO


sábado, 6 de febrero de 2010

NEW YORK VI

"Paso por vos en treinta, dale?" "sí, acá mismo, en el stand de cinco bombachas por diez dólares"

Salí de Victoria Secret por la puerta molinete. Me ahoga la polución de un producto. Solo que en NY tiene acné de poluciones. Está colmado de todo. Se te viene el ofertón encima. Como un tren a doscientos km por hora al cual no podes frenar. Y terminás comprando, aunque no te sirva para nada. te vas feliz. Ahorraste. Compraste diez al precio de tres. Aunque solo necesites 3. Pero en NY el márketing es tan fuerte que te convence de la necesidad de tener diez.

Afuera había frio con sol intenso. Entonces el frío se va y te dan ganas de caminar y ver disfrutar. Entré a Broadway por Broadway. En diagonal. hacía 10 años que no pisaba ese suelo. La encontré distinta, más moderna aún. Cada producto con un local aggiornado a la ocasión. Uno mejor que el otro. Y la calle: encontré una peatonal, llena de sillas, de gente sentada, observando el corazón del mundo. Fumarse un pucho ahí. De cara al sol.

"hace diez minutos que te estoy esperando". Me colgué. Pero volví al stand de las bombachas. La sillita al sol me atrapó. Me sentí vivo. Radiante, viendo la gente pasar. Luego de meses mis mejillas se quebraban con una sonrisa amplia. Me relajé. Tanto que llegué diez minutos tarde al stand de las bombachas.